lunes, 15 de febrero de 2010

Opinión: Las ventanas rotas



Por DARDO PEREIRA (*)


Ya casi es una verdad de perogrullo que los requerimientos de la gente sobre sus necesidades acuciantes -seguridad, trabajo, salud, educación- van por una ruta escasamente transitada, mientras que las preocupaciones y ocupaciones de la dirigencia política van por una gigantesca autopista, que ningún ciudadano común transita. Dos vías que no se cruzan, todo un problema.Perder espacios en la ciudad, en la nuestra o en cualquiera, y que estos sean tomados por los delincuentes, cuando el Estado no hace nada o muy poco, es preocupante

Los argentinos en general vemos con una creciente preocupación un Estado ausente en aspectos de la vida social que en principio nos preocupan, luego nos dañan y por último terminan con la vida o el patrimonio de las personas. Perder espacios en la ciudad, en la nuestra o en cualquiera, y que estos sean tomados por los delincuentes, cuando el Estado no hace nada o muy poco, es preocupante. Que luego venga un señor y nos indique que las Fuerzas Armadas deberán hacerse cargo de la situación es aún más preocupante, porque indicaría en este caso reconocer que "la mejor policía del mundo" terminó siendo "la maldita policía" de siempre. Ni "tan mucho, ni tan poco".

UN ESTUDIO DEL 69

Existe en el campo del comportamiento social una teoría conocida como la de las ventanas rotas. En el año 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el profesor Philip Zimpardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle: dos autos idénticos, de la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.

Los autos eran idénticos pero las poblaciones eran muy diferentes. Un equipo de especialistas en psicología social estudió las conductas de las personas en cada sitio. Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Hasta acá todo como les gustaría a algunos sectores ultra conservadores que atribuyen a la pobreza las causas de todos los males. Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí. Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

Acá vemos que no se trata de pobreza, es algo mucho más complejo, es algo que tiene que ver con la psicología y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional, se vive una anomia social.

UNO, OTRO, TODOS...

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen "pequeñas faltas" como estacionar en un lugar prohibido, arrojar residuos a la vía publica, exceder el límite de velocidad, cruzar con luz roja, cortar una calle o una ruta, y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. Sin duda la impunidad es el mejor aliado de los delitos y la violencia.

Si las plazas, las calles y los espacios públicos en general se encuentran deteriorados, si paulatinamente son abandonados por la ciudadanía, la cual además deja de salir de sus casas por temor a los delincuentes, o la gente no concurre a los restaurantes por desconfianza, o no va al cine por miedo, etc., esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes.

EL METRO DE NUEVA YORK

A mediados de la década de los 80 el metro de Nueva York se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones, los grafitis que deterioraban el lugar, con dos medidas casi elementales buena iluminación, y exigirles el pasaje y la portación de documentos a los pasajeros en horarios nocturnos. Al poco tiempo se descubrió que el 80 % de los grafiteros tenían antecedentes delictivos.

Luego se continuó con la suciedad en las estaciones, la ebriedad, los pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño, se logró hacer del metro un lugar seguro. La estrategia consiste en comenzar por las cosas más elementales para ir creando comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana. Se trata simplemente de lograr ciudades más vivibles, con mejor calidad de vida de sus ciudadanos, en un país diferente.

Es hora de que esta ruta también la transiten nuestros dirigentes.


(*) Presidente de la Sociedad Odontológica de La Plata



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Nota de opinión publicada en la edición del diario "El Día", de La Plata, el 10 de febrero de 2010.

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