Escribe Dardo Pereira
Cuando la política no se hace cargo de los problemas, los problemas se hacen cargo de la política. Esta vieja verdad del manual más elemental de la política, ha transformado a la seguridad en un tema que nadie termina abordándolo con la seriedad que necesita. Por el contrario se llega a él de manera espasmódica, casi siempre apurados por las amenazas de una movilización popular.
Entonces ante esta deserción de los auténticos responsables se desvirtúa el debate. La angustia de los ciudadanos aumenta porque el problema agobia y como los responsables ignoran el problema, entonces están todos habilitados para hablar y proponer sobre la cuestión.
No esta mal que todos hablen, por el contrario el dialogo debe ser la base sobre la que se edifica la democracia. Pero ahora bien si quienes están en los mas altos niveles de responsabilidad y deben trabajar en el tema, no dan explicaciones coherentes, los ciudadanos mudan sus ojos y sus oídos al que asume la responsabilidad de ser su vocero. Sea quien sea, y proponga lo que proponga. Ya que aunque sean barbaridades para cualquier ser racional, son las únicas salidas que ven quienes viven la angustia y el miedo todos los días.
Esto explica el protagonismo de algunos miembros de la farándula televisiva, que con la única autoridad que les da compartir la sensación de desprotección que tiene la mayoría de la población, proponen insensateces, las cuales dichas por ellos mismos en épocas de climas más tranquilos pasarían totalmente desapercibidas para la opinión pública.
Por eso estas elecciones son una gran oportunidad para modificar el rumbo equivocado que vamos transitando y ubicar de una vez por todas en las prioridades de los gobiernos los problemas de los ciudadanos. Hay un fuerte reclamo de la ciudadanía a los gobiernos, para que se hagan cargo de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad.
Hoy la seguridad es un problema central que afecta no solo el desenvolvimiento de todas nuestras actividades sociales y económicas, sino que restringe todos nuestros derechos y libertades para desarrollar nuestras vidas de manera plena.
Para poner en marcha soluciones es imprescindible que primero se asuma el problema, sin ningún tipo de prejuicios. Se asuma que hoy es el más grave y urgente, y que pone en peligro toda la legitimidad de nuestras instituciones, que se muestran incapaces para dar respuesta.
Hay argumentos muy sólidos y datos estadísticos elocuentes, que demuestran como nuestro país se transformo en un país muy parecido al resto de naciones de Latinoamérica, perdiendo ciertas características que le eran propias como el ascenso social y su poderosa clase media.
Así fue como poco a poco, nos encontramos con una Argentina diferente, una Argentina con grandes desigualdades sociales, y si bien estas son las autenticas responsables del deterioro en la malla social y del crecimiento de la inseguridad, se le deben agregar otras causales para describir con precisión el fenómeno y a partir de esa definición obtener las respuestas. En muchas oportunidades el simple diagnostico certero de la situación, tiene implícito la solución del problema.
También hay que decir que la desconfianza en las instituciones es uno de los escollos más difíciles para solucionar el problema. Sabemos que solo uno de cada cuatro ciudadanos que sufren un delito lo denuncia. Esto muestra la gran desconfianza tanto en la policía como en la justicia. Pero además explica gran parte de los disparates que dicen los funcionarios, que hablan, proyectan y tratan de solucionar los problemas con apenas el 25% de información de lo que pasa en las calles. El otro 75% de los hechos que no se denuncian, y que por lo tanto no son parte de las estadísticas oficiales, no existen para las autoridades que toman decisiones.
Las estadísticas informan que el 28 % de los delitos registrados en nuestro país ocurre en territorio bonaerense. A ello hay que añadir que sólo uno de cada cuatro delitos es denunciado.
Por eso, para salir de la inseguridad debemos abandonar la improvisación. Necesitamos un plan integral de seguridad ciudadana donde este presente la información y un programa centrado en la prevención de los delitos, necesitamos la desarticulación del crimen organizado como el narcotráfico, además de la mejora de la investigación, la coordinación entre fuerzas nacionales, provinciales y municipales, y la creación de un Registro Único de Información Criminal sean una acción inmediata.
Es posible y urgente aumentar el presupuesto de seguridad y justicia un 50%, revirtiendo la disminución registrada en los últimos años incluyendo la contención y recuperación de los jóvenes en conflicto con la ley, cumpliendo con la ley de Promoción y Protección Integral de los Derechos del Niño, sancionada en 2005, que garantiza asistencia y contención en centros especializados a menores de 18 años.
Estas acciones combinadas con políticas sociales universales y sin clientelismos inconducentes, que favorezcan la protección del empleo con estabilidad laboral durante el transcurso de la crisis, regularización del trabajo informal, fomento del empleo joven a través de una ley que disminuya las cargas sociales a quienes contraten jóvenes de hasta 24 años, financiamiento a bajo costo a través de la banca pública para las PyMEs, principales generadoras de empleo y la eliminación del IVA a la canasta básica de alimentos, son algunas de estas medidas.
Es por esta realidad inocultable, por esta combinación maléfica entre exclusión social por un lado y estado ausente por el otro, que estamos como estamos, y lo peor es que no podremos salir adelante sino “tomamos el toro por la astas” y ponemos en marcha un verdadero plan de seguridad que abarque integralmente la cuestión.